martes, 23 de febrero de 2016

Carta

Hoy en clase nuestra profesora nos a enseñado una imagen de unas personas mayores que ellos mismo señalaban a otra foto de unos niños, y esos niños eran ellos de pequeños, en un campo de concentración.
La tarea es ponerse en su piel, sentir el dolor, el miedo y la agonía que sintieron todo el tiempo que estuvieron allí, debido a la guerra.




Siempre voy a recordar esa noche, a las tres de la mañana, en dos hombre me despertaron a golpes, en principio no sabia que estaba pasando pero cuando abrí bien los ojos los que me tenían agarrado de la parte trasera de mi vieja camisa eran dos guardias nazis. Delante de mi iban mi madre y mi padre y a mi lado mi hermana pequeña andando a lado de uno de los guardias, pronto llegamos al destino que nos tenían programado, estábamos en el tren, a empujones nos separaron de mi madre y mi hermana, y a mi padre y a mi nos metieron en un vagón oscuro, nada mas que con una diminuta ventanilla atravesada por barios barrotes de hierro. Pronto nos sacaron y nada mas abrir los ojos vi el sitio al que jamas hubiera pensado que acabaría, el sitio con el que todas las noches tenía pesadillas, me encontraba en un centro de concentración. A ese lugar nos llevaban solo a los míos, a las demás personas judías como yo. Contra mas nos acercábamos mas miedo sentía porque sabia al 100% que no saldría de allí conforme había entrado. Solo llevábamos tres días y ya estaba cansado, nos levantaban a las siete de la mañana para trabajar y hasta las nueve de la noche nos nos dejaban parar ni descansar un misero segundo, si parabas eras llevado un cuartillo chiquitín, que al principio no sabía lo que era, hasta que un día me mandaron a limpiarlo, y lo que tenía que limpiar era un montón de sangre del suelo, de una mesa de madera y de unas herramientas puntiagudas que estaban empapadas de sangre. Viendo aquello ya sabía lo que le esperaba a toda persona que pasara por allí.
Al cuarto día nos despertaron aún mas temprano, mire en misero reloj que nos tenían en una de las paredes de la habitación, eran las cuatro de la mañana, y ese día nos despertaron con aún más crueldad que otros días, nos llevaron a una habitación bastante amplia, en la que solo había una puerta, por la que entramos, un una guardilla arriba, yo ya sabía lo que nos pasaría allí, mi padre me cogió y me dio un abrazo y me dijo que por lo que mas quisiera me escapase ya de allí y que supiera que me quería mucho, entonces antes de que nos quitasen la ropa salí corriendo por la puerta aprovechando que los guardias estaban quitandoles la ropa a los demás. Fui al pequeño huerto que había cerca de una valla, que yo fui quien levanto ese huerto, y mientras lo hacía me percate de un pequeño hueco que había en el suelo que era la puerta de mi libertad. Gracias a Dios hoy puedo estar aquí, pero nadie sabrá las penas que pase yo y todas las demás personas que estaban allí  

No hay comentarios:

Publicar un comentario